Lo más fascinante de la moda es su capacidad de traducir visualmente lo que sucede en las capas profundas de la sociedad. Es ese sentido, la considero un sismógrafo cultural.
Hoy, en pleno 2025, el sector del lujo vive una desaceleración significativa. Las cifras globales así lo muestran: caídas de entre el 2 % y el 5 % en la moda de lujo, retrocesos estructurales en grupos como Gucci (–24 %) y LVMH (–5 % en moda), y un cambio de paradigma hacia lo que llamamos quiet luxury —un lujo sobrio, no ostentoso, casi íntimo.
No es la primera vez que ocurre. La Segunda Guerra Mundial también fue precedida por un estancamiento del sector lujo y un giro hacia la elegancia contenida. Fue un momento de inflexión histórica, donde la exuberancia decorativa dejó paso a una estética contenida y centrada en los valores implícitos.
Quiet luxury antes de llamarse así
Durante los años 30, diseñadoras como Madeleine Vionnet redefinieron el lujo desde el movimiento del cuerpo: cortes al biés que no necesitaban adornos. Elsa Schiaparelli conectaba con vanguardias artísticas como el surrealismo. Coco Chanel llevaba a la alta costura tejidos deportivos como el jersey y el tweed. Y Hermès, entonces aún guarnicionero, sentaba las bases del lujo funcional y refinado.
Mientras tanto, un joven Cristóbal Balenciaga irrumpía en París con una sobriedad casi mística, heredera de Zurbarán y la austeridad de la tradición española. El brillo fácil de la Belle Époque, representado por Poiret, ya no tenía lugar.
Ayer como hoy: cuando el lujo se vuelve introspectivo
El paralelo con nuestra época es inquietante. Al igual que en 1929, el crack de 2008 y la crisis pandémica de 2020 marcaron un antes y un después en la confianza global. Hoy, los conflictos geopolíticos abiertos —Ucrania, Gaza, Irán—, la polarización ideológica, la inflación e inestabilidad económica y política -medida arancelarias y estancamientos el comercio mundial- y el miedo al futuro están produciendo un repliegue simbólico en lo que se quiere o no se quiere.
El lujo silencioso no comunica poder: comunica pertenencia emocional, intimidad, solidez.
Hermès, Loro Piana y la nueva nobleza textil
En este contexto, marcas como Hermès y Loro Piana son las únicas que siguen creciendo. Hermès, con su estrategia basada en la escasez, la perfección técnica y la atemporalidad, ha superado incluso a LVMH en capitalización. Loro Piana, por su parte, ha elevado la discreción a arte: su CEO, Henri Brentrand, lo expresó en el reciente FT Business of Luxury
Summit 2025, celebrado en Barcelona, al destacar que es la única firma de lujo cien por cien textil.
Las señales que no queremos leer
La historia no se repite, pero resuena. Los años 30 fueron el umbral hacia un colapso bélico global. Y aunque hoy el contexto es diferente, el patrón psicológico es similar: periodos de crisis prolongada, retraimiento del consumo ostentoso y cambio radical en la narrativa del deseo.
El lujo, como expresión extrema de ese deseo, nos está diciendo algo. Que hemos cruzado un umbral. Que lo que era visible ha perdido valor, y que el lujo que sobrevive no es el que brilla más, sino el que resuena más profundamente. De forma silenciosa.
En 1939, como en 2025, la moda nos advierte: cuando el mundo se tambalea, solo queda lo esencial.
Y lo esencial, como sabemos, nunca hace ruido.