Las redes sociales han evolucionado de ser simples plataformas de entretenimiento a convertirse en escaparates de consumo. Sin embargo, una nueva tendencia llamada “propaganda por la que no paso”, impulsada por usuarios que deciden no seguir ciegamente las recomendaciones de influencers y marcas.
En estos videos o publicaciones, comparten ideas o productos que han decidido no incorporar en sus vidas, desafiando así las estrategias de marketing que buscan convertir cada scroll en una venta. Este fenómeno representa una forma de resistencia digital frente a una red que muchos sienten cada vez más saturada de mensajes comerciales.
Expuestos a un flujo constante de contenido que busca captar nuestra atención de forma rápida y superficial. Este tipo de publicidad no invita a la reflexión, sino que apela directamente a las emociones para inducir decisiones impulsivas. Al consumir contenido pensado para ser digerido en segundos, se debilita el pensamiento crítico y nos volvemos más vulnerables a manipulaciones que pueden afectar desde nuestras decisiones de compra hasta nuestras convicciones personales.
Aunque el objetivo principal de la publicidad es generar ventas, sus efectos colaterales en la salud mental del consumidor comienzan a ser evidentes. El impulso constante de adquirir lo nuevo, lo mejor o lo que está de moda puede desembocar en sentimientos de insuficiencia, ansiedad y frustración. Además, el estilo de vida que se promueve en redes suele estar basado en comparaciones, generando baja autoestima cuando las metas materiales no se alcanzan.
En una sociedad donde la percepción se transforma rápidamente en verdad colectiva, las redes sociales actúan como catalizadores de representaciones sociales. Conceptos abstractos como éxito, belleza o felicidad se concretan en estereotipos visuales que se replican masivamente. Estos ideales, al volverse universales, imponen una forma homogénea de ver el mundo, limitando la diversidad de pensamiento y reforzando patrones de conducta que muchas veces no se ajustan a la realidad individual de los usuarios.
Es precisamente este hartazgo frente a la constante presión comercial lo que ha dado origen a la tendencia “propaganda por la que no paso”. Esta negación consciente de ciertas propagandas no es más que una forma de resistencia por parte de los usuarios, una respuesta crítica que busca recuperar el control sobre sus decisiones y sobre el uso que le dan a las plataformas digitales. Al expresar públicamente lo que no están dispuestos a consumir