En un momento en que Europa busca reforzar su soberanía digital y modernizar su infraestructura tecnológica, Telefónica se posiciona como actor clave al anunciar una estrategia de inversión centrada en ciberseguridad y centros de datos. La compañía española quiere demostrar que un entorno con menos operadores, pero más robustos, es no solo viable, sino necesario para el futuro tecnológico del continente.
Una apuesta por la infraestructura crítica
Telefónica, que actualmente opera en mercados clave como España, Alemania y Reino Unido (a través de su participación en Virgin Media O2), considera que la inversión en infraestructura digital puede ser la llave para desbloquear la reticencia de los reguladores europeos ante las fusiones en el sector. En concreto, la empresa planea destinar capital a la expansión de su red de centros de datos ya cuenta con 15 en operación y a robustecer su oferta de servicios de ciberseguridad.
Estas inversiones no son solo una estrategia empresarial: son un mensaje político. Telefónica quiere demostrar que la consolidación no implica menos competencia, sino mayor capacidad para invertir en tecnologías críticas, mejorar la conectividad, y ofrecer servicios seguros frente a amenazas cada vez más sofisticadas.
Desde que Marc Murtra asumió la presidencia de la compañía a instancias del Gobierno español y otros accionistas, la consolidación del sector europeo de telecomunicaciones ha sido una prioridad estratégica. La empresa considera que un modelo con tres operadores principales por país, en lugar de los cuatro actuales, permitiría alcanzar la escala necesaria para competir globalmente y avanzar en la transformación digital del continente.
Esta visión cuenta con aliados de peso. Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo, recomendó en su informe de competitividad de 2024 una redefinición del mercado de las telecomunicaciones a escala europea, abandonando el enfoque nacional actual. En su opinión, Europa necesita operadores más grandes, capaces de sostener inversiones que hoy parecen reservadas a gigantes estadounidenses o asiáticos.
Ciberseguridad: una cuestión geopolítica
En un contexto internacional tenso, con ciberataques atribuidos a potencias mundiales, Telefónica también ve una oportunidad estratégica en convertirse en proveedor europeo de referencia en ciberseguridad. La dependencia de actores extranjeros en este ámbito, especialmente de EE. UU. e Israel, preocupa a Bruselas. Fuentes cercanas a la compañía señalan que Telefónica está dispuesta a ofrecer soluciones europeas como alternativa real, apoyando así los objetivos de autonomía estratégica de la Unión. La reciente advertencia de la Agencia de Ciberseguridad de la UE (ENISA) sobre la vulnerabilidad digital del bloque refuerza la urgencia de estas inversiones.
La presión para reformar las reglas de competencia en la UE se intensifica. Mientras regiones como EE. UU. y Asia operan con estructuras consolidadas, Europa permanece fragmentada, con más de 40 operadores significativos. Para Telefónica, este es un obstáculo estructural que impide alcanzar la escala y eficiencia necesarias.
Si Bruselas quiere detener el declive relativo de Europa en el escenario tecnológico global, sostienen desde la compañía, deberá adoptar una regulación más pragmática, que favorezca la inversión y la integración del mercado.
Un otoño decisivo
La estrategia de Telefónica forma parte de una revisión más amplia de su modelo de negocio, cuyo resultado se conocerá en otoño. Mientras tanto, se especula con una posible adquisición del 50% restante de Virgin Media O2, actualmente en manos de Liberty Global, como parte de su apuesta por reforzar su presencia en el Reino Unido.
La jugada es clara: invertir hoy para consolidar mañana. Telefónica quiere liderar un nuevo capítulo en las telecomunicaciones europeas, y lo hará con centros de datos, firewalls… y paciencia política.