Una enorme bola de fuego iluminó el cielo nocturno de Texas este miércoles cuando un prototipo del cohete Starship de SpaceX explotó durante una prueba en tierra. El incidente ocurrió en la base de pruebas conocida como Starbase, en Boca Chica, y aunque no hubo heridos, la explosión dejó serios daños en la zona.
La prueba, que tenía como objetivo verificar el funcionamiento de los motores del cohete Super Heavy, formaba parte de los preparativos para un futuro vuelo de prueba. Este tipo de ensayo se conoce como “fuego estático”, ya que el cohete no despega, sino que permanece fijado al suelo mientras se activan los motores. Es una etapa clave para comprobar si todo está listo para un lanzamiento real.
Sin embargo, algo salió mal. Según SpaceX, el cohete sufrió una “anomalía importante” justo antes de lo que sería su décimo intento de vuelo. Aunque no se ha confirmado la causa exacta, el resultado fue una potente explosión que provocó un incendio en la zona, lo cual obligó a la intervención de los bomberos de Brownsville.
Minutos después del incidente, SpaceX publicó un comunicado asegurando que nadie resultó herido y que se estaban tomando medidas para proteger la zona. También pidió a los ciudadanos mantenerse alejados mientras se llevaban a cabo las operaciones de seguridad.
Este no es el primer accidente que enfrenta Starship. De hecho, las explosiones durante las pruebas se han vuelto parte del proceso. El último vuelo de prueba, a finales de mayo, fue considerado un éxito parcial: el cohete logró alcanzar el espacio, pero acabó perdiéndose en el océano Índico después de que la compañía perdiera el control.
A pesar de los contratiempos, SpaceX se mantiene firme en su visión de hacer de Starship una nave capaz de llevar humanos más allá de la Tierra, con Marte como objetivo final. Cada prueba, incluso las fallidas, aporta datos valiosos para seguir mejorando.
Las explosiones, aunque espectaculares, no significan el final del proyecto. Para SpaceX, cada error es una oportunidad de aprendizaje.