La escalada en Oriente Medio se agrava con los recientes ataques israelíes contra Irán, que han desencadenado una peligrosa cadena de represalias entre ambos países. El cruce de bombardeos sobre los cielos iraníes e israelíes no solo incrementa la tensión regional, sino que plantea serias amenazas para la seguridad internacional y la estabilidad del conjunto de Oriente Medio. En los últimos días, Israel intensificó su ofensiva contra el programa nuclear iraní, lanzando una serie de ataques aéreos contra instalaciones clave en Irán, incluyendo Fordow. Aunque las autoridades iraníes confirmaron el ataque, aseguraron que los daños fueron mínimos.
Simultáneamente, el ataque logró afectar otras zonas estratégicas, como Natanz, donde se detectaron interrupciones en el suministro eléctrico que podrían haber dañado parte del sistema de enriquecimiento. A pesar de ello, Rafael Grossi, director del OIEA, confirmó que las capacidades de enriquecimiento en las instalaciones no han sido destruidas.
La respuesta iraní fue inmediata. Bajo la operación denominada “Promesa Verdadera III”, Teherán lanzó más de 150 misiles y 100 drones contra territorio israelí, en lo que representa uno de los mayores ataques entre ambos países en décadas. Las sirenas sonaron en Tel Aviv y otras ciudades israelíes, en una escalada que amenaza con desbordarse hacia un conflicto regional.
¿Por qué Fordow es tan importante?
Fordow, un búnker atómico a medio kilómetro bajo tierra, está ubicada cerca de la ciudad santa de Qom, en el norte de Irán. Su existencia fue revelada por primera vez en 2009 por servicios de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, quienes acusaron a Teherán de ocultar el desarrollo de esta planta durante años. A diferencia de otras instalaciones como Natanz, que se encuentra en superficie, Fordow fue construida dentro de una montaña y a más de 80 metros de profundidad, con un diseño ideado específicamente para resistir ataques aéreos, incluso con munición antibúnker. En su interior, alberga centrifugadoras avanzadas que permiten enriquecer uranio hasta niveles cercanos al uso militar.
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Irán posee unas 1.000 centrifugadoras activas en Fordow. Actualmente, las reservas de uranio enriquecido al 60% permitirían, en teoría, fabricar hasta nueve armas nucleares en apenas unas semanas si se diera el paso final hacia el enriquecimiento al 90%, umbral necesario para uso armamentístico.
Fordow no es solo una instalación técnica: es el corazón del programa nuclear iraní. Su nivel de protección hace que sea casi invulnerable a los ataques convencionales. Algunos expertos militares consideran que solo las bombas rompebúnker más avanzadas de Estados Unidos podrían dañarla significativamente. Incluso con acceso a esa tecnología, su destrucción total requeriría una operación extremadamente compleja y riesgosa.
El problema, para Israel, es que mientras Fordow siga operativa, Irán mantiene la capacidad de cruzar el umbral nuclear si lo decide. Aunque la inteligencia de Estados Unidos ha señalado que Irán no ha retomado formalmente su programa de armas nucleares desde 2003, el potencial está ahí.
Más preocupante aún es el hecho de que Irán está desarrollando una instalación aún más profunda y avanzada en Kh-e Kolang Gaz L conocida como la “montaña Pickaxe” que podría superar en seguridad incluso a Fordow. Esta nueva instalación tendría múltiples accesos y una estructura aún más difícil de destruir.
El dilema internacional: ¿diplomacia o confrontación?
La historia de Fordow está ligada a los fracasos y avances de la diplomacia nuclear. En 2015, el acuerdo internacional conocido como PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto) logró que Irán limitara su enriquecimiento y permitiera inspecciones. Pero la salida de Estados Unidos del acuerdo en 2018, bajo la presidencia de Donald Trump, marcó un punto de inflexión. Desde entonces, Irán ha ido reactivando y ampliando sus capacidades nucleares.
Hoy, con las tensiones militares en aumento, la comunidad internacional enfrenta una disyuntiva: ¿seguir apostando por la negociación o aceptar el riesgo de un enfrentamiento directo?
La planta de Fordow representa más que una amenaza técnica; es una señal del rumbo incierto que toma la política nuclear global. En un mundo donde los conflictos híbridos y las amenazas invisibles ganan protagonismo, Fordow se consolida como uno de los epicentros geoestratégicos más peligrosos del presente.