¿Habemus Papa? todavía no… En el corazón del Vaticano, un antiguo ritual vuelve a desplegar su manto de solemnidad y misterio: ha comenzado el Cónclave. Desde hace varios días, miles de fieles se agolpan en la plaza San Pietro, a los pies del Vaticano, rezando y cantando con el rosario en sus manos; ha llegado el momento de la fumata blanca que todos, fieles y no fieles, esperaban con extrema ansiedad. Durante estos días cruciales, 131 cardenales de todo el mundo están completamente desconectados del exterior para llevar a cabo una de las decisiones más trascendentales de la Iglesia Católica: elegir al nuevo Papa.
Desde esta mañana, los cardenales electores se encuentran alojados en la Casa Santa Marta, dentro del Vaticano. Ahí entregaron sus teléfonos móviles, renunciaron a correos electrónicos, redes sociales, llamadas o incluso a cualquier contacto con la prensa. Durante todo el proceso no verán televisión, no leerán periódicos ni recibirán noticias del exterior. Esta medida extrema de aislamiento “Extra omnes”, como se proclama en latín busca garantizar la libertad de conciencia y evitar cualquier presión externa.
¿Por qué este aislamiento extremo?
En un mundo hiperconectado, esta desconexión total puede parecer radical, pero es crucial. El aislamiento garantiza que la decisión esté guiada por la reflexión, la oración y la conciencia, y no por presiones externas, campañas mediáticas o intereses políticos.
Mientras el humo negro o blanco sube al cielo romano, más de 1.300 millones de católicos aguardan con esperanza. El próximo Papa no solo liderará la Iglesia, sino que influirá en temas globales como la paz, la justicia social y la crisis climática.
Ritmo solemne y secreto absoluto
El día comenzó temprano, a las 7:00, con la preparación en Santa Marta. A las 10:00, los cardenales celebraron la Misa pro eligendo Pontifice en la Basílica de San Pietro, una ceremonia que invoca la guía del Espíritu Santo.
Por la tarde, entrarán en procesión a la Capilla Sixtina, lugar donde se realizan las votaciones. Allí, tras el solemne “Extra omnes” “Todos fuera” las puertas se cierran a las 16:30 y comenzará el silencio.
Cómo se vota al Papa
Quienes eligen al Papa son los cardenales que aún no han cumplido los 80 años, límite de edad fijado en el 96. Antes de entrar en el cónclave, los cardenales se reúnen en las Congregaciones Generales: son asambleas preparatorias en las que los cardenales reflexionan sobre los principales temas de la Iglesia y expresan una primera orientación de voto.
La primera votación es una prueba de temperatura: un solo escrutinio para medir apoyos. A partir del segundo día, habrá cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde.
Cada cardenal escribe en secreto el nombre de su elegido en una papeleta que lleva la frase Eligo in Summum Pontificem (“Elijo como Sumo Pontífice”). Luego, en orden de precedencia, la deposita solemnemente en una de las tres urnas especiales. Los votos se cuentan, se verifican y se destruyen. La quema de las papeletas genera el famoso humo: negro si no hay acuerdo, blanco si tenemos Papa. Si hay duda, las campanas lo confirman.
Números del cónclave
Este año participan 131 cardenales, tras dos renuncias recientes. Para que un candidato sea elegido, debe obtener 88 votos, equivalentes a una mayoría de dos tercios más uno. Si tras 34 votaciones no hay resultado, el sistema cambia: solo los dos más votados seguirán en la contienda, pero aún necesitarán los 88 apoyos.
Roles muy definidos
Doce cardenales se reparten funciones específicas:
- Escrutadores: recogen y cuentan los votos.
- Revisores: verifican la corrección del proceso.
- Infirmarii: llevan papeletas a los cardenales enfermos que no pueden acudir.
- Ceremonieros: entregan las papeletas.
Un nuevo nombre, una nueva vida
Si un cardenal alcanza la cifra mágica, se le hace una doble pregunta: si acepta la elección y qué nombre desea adoptar. Luego, se retira a la “Sala de las Lágrimas”, donde viste por primera vez la sotana blanca. Minutos después, el mundo conocerá la noticia desde el balcón central del Vaticano con las palabras: “Habemus Papam!”